Pero el papel tardó cientos de años en reemplazar al bambú y la seda, fue hasta finales del siglo II d. que la corte imperial lo usó en cantidades importantes.
Mediante fórmulas de valor mnemotécnico se estructuraban narraciones, que pasaban de generación en generación como valiosa herencia cultural de los más diversos grupos humanos.Desde los orígenes, la humanidad ha tenido que hacer frente a una cuestión fundamental: la forma de preservar y transmitir su cultura, es decir, sus creencias y conocimientos, tanto en el espacio como en el tiempo.El planteamiento de esta cuestión supone: por un lado, determinar la forma de garantizar la integridad intelectual del contenido de la obra y la conservación del soporte en el que fue plasmada, y por otro, encontrar el medio por el cual se mantendrá inalterada la intención o finalidad para la cual se concibió.Dichas reglas mnemotécnicas ayudaban tanto a la memorización como a la difusión de los relatos.Es el caso de los poemas homéricos, que han merecido valiosos estudios sobre el particular.
Mediante fórmulas de valor mnemotécnico se estructuraban narraciones, que pasaban de generación en generación como valiosa herencia cultural de los más diversos grupos humanos.
Desde los orígenes, la humanidad ha tenido que hacer frente a una cuestión fundamental: la forma de preservar y transmitir su cultura, es decir, sus creencias y conocimientos, tanto en el espacio como en el tiempo.
El planteamiento de esta cuestión supone: por un lado, determinar la forma de garantizar la integridad intelectual del contenido de la obra y la conservación del soporte en el que fue plasmada, y por otro, encontrar el medio por el cual se mantendrá inalterada la intención o finalidad para la cual se concibió.
Dichas reglas mnemotécnicas ayudaban tanto a la memorización como a la difusión de los relatos.
Es el caso de los poemas homéricos, que han merecido valiosos estudios sobre el particular.
Un libro (del latín liber, libri) es una obra impresa, manuscrita o pintada en una serie de hojas de papel, pergamino, vitela u otro material, unidas por un lado (es decir, encuadernadas) y protegidas con tapas, también llamadas cubiertas. Según la definición de la Unesco, un libro debe poseer 25 hojas mínimo, pues de 24 hojas sería un folleto y de una hasta cuatro páginas se consideran hojas sueltas (en una o dos hojas).